Hace poco he descubierto a este divertido y profundo ser humano, aqui os transcribo una entrevista. Recomiendo sus videos en you tube.
Fidel Delgado
El psicólogo clínico Fidel Delgado, que se autodefine como un
“titiripeuta” y que imparte cursos de formación con títulos como
“Déjate en paz” o “Los juegos del ego” valiéndose de recursos y
utensilios propios de un payaso, cree que el sentido del humor es algo
muy serio: “sentir el humor” es tener sensibilidad para detectar cómo
nos encontramos. Conocer la calidad de nuestro humor, del fluir que nos
conecta con nosotros, con los demás y con el Todo es, en definitiva,
salud.
En una entrevista con Fundación Ananta, Fidel Delgado asegura que -como
organismo individual o como organismo-empresa- hemos de tener muy
activos esos sensores y escucharlos, y no tratarlos de adormecer, como
hacemos a veces por miedo. Y también por miedo, asegura, cerramos la
ventana al Espíritu para impedir que nos sacuda…
Cree que comprender que estamos en la vida “de servicio” nos conecta
“con el lado servicial de la vida”, que es un lugar de buen humor,
mientras que si vamos buscando reconocimiento, poder o dinero, nos
acompaña el miedo, el bloqueo, el mal humor. En la misma línea,
defiende el cultivo de las artes del silencio y el desapego. Recién
casado a sus 60 años, ha estudiado el camino de Carlos Castaneda y
habla de Jesús con una devoción lúcida y contagiosa; ha practicado yoga
y zen, esto último en ocasiones de sol a sol; ha vivido en una comuna
durante casi siete años, y empezó a dar cursos de formación por los
hospitales mientras vivía itinerante en una roulotte. Todo, después de
renunciar a su plaza como psicólogo adjunto al Departamento de
Psiquiatría en la Ciudad Sanitaria de la Paz, de Madrid, hace ahora 26
años.
Desde entonces la vida se ha ocupado de él y le ha empujado a explicar a
los demás que sólo somos parte de algo que nos supera, y que no
tenemos nada que temer.
Fundación Ananta: ¿Alguna recomendación para las empresas, en relación con el sentido del humor?
Fidel Delgado: El humor está en todo porque la vida es fluida, así que
hay que prestar atención a sentir ese fluir. Para un organismo es
importantísimo que los sensores que tiene instalados estén sensibles. Y
cuando dan señales de que todo va bien, el efecto es la alegría, los
buenos resultados de negocio… Si, por el contrario, algo chirría o
surge algún conflicto, sentirlo cuanto antes es indicativo de salud, de
higiene mental. El buen rollito, una cena, un brindis, es sólo un
producto –o un subproducto– final. Es mucho más urgente percibir cómo
están las cosas y, a medida que se arreglen, brotará el bienestar
tranquila y espontáneamente.
FA: ¿Se le presta atención suficiente a la sensibilidad?
FD: En muchos casos, se tiende a amortiguar esos sensores, a bajarles
la sensibilidad porque molesta que avisen de que algo no funciona. Ha
habido grandes crack que se podían haber pre-sentido, pero en los que
han funcionado mecanismos de defensa por encima de las alertas. Sin el
sentir, las empresas se mueren porque empiezan a trabajar en vacío; no
saben si están en buena relación interna y con el entorno, ni si
responden a una necesidad real de mercado. Cuando un organismo no sabe
-no siente- cuál es su relación consigo mismo y con la vida, se vuelve
autista; y dura lo que le dura la pila, los recursos… luego se va
quemando la gente, se va quemando el sistema… y crack. Eso viene muy
bien a todos los que trabajan patologías… se le da mucho trabajo a un
coach, a una consultora; los cirujanos del cuerpo y de empresas acaban
teniendo que acudir simplemente porque estaba anulada la sensibilidad.
FA: ¿El mobbing se encuadra en ese contexto?
FD: El mal humor organizado y rentabilizado da lugar al mobbing: me
entretengo en chinchar al otro sin que se note; es un estímulo muy
tóxico pero muy estimulante; es perder el sentido del servicio y
convertir el trabajo en algo que sirve para mis cosas: un poquito de
poder, un poquito de creatividad contra otro… que producen
satisfacciones perversas. Todo eso entra en la gama del mal humor, del
miedo. La gente que acosa o que busca negocio a costa de otros, está
llena de miedo porque se teme lo mismo de los demás.
FA: ¿Cómo se puede combatir?
FD: Estar “de servicio” me permite estar con el lado servicial de la
vida, en el buen lado. Si ya directamente salgo de casa a mangar, la
alerta sobre que me manguen a mí es desde antes de salir. Yo creo que
todos tenemos instalado el miedo, pero una vez que lo reduces
funcionalmente, permites que afloren otros motores humanos que son
mucho más crecederos y mucho más gratificantes, pero es muy fácil caer
en la tentación de tocar el miedo para mover al otro. El sentido básico
que aglutina a una empresa se mantiene a base de comunicación personal.
Conviene que el grupo se autoevalúe con la referencia de un organismo
humano: ¿Hay cabeza? ¿Hay corazón? ¿Se come? ¿Se descansa? ¿Estamos en
guerra o en paz? ¿Qué tal con otros clanes? ¿Hay risas? ¿Hay juego?...
eso es lo saludable.
FA: En función de esos parámetros, ¿cómo es la salud completa?
FD: Nuestra medicina presta atención a lo somático y vive básicamente
de la química, pero conviene detectar si el desequilibrio en la salud
viene por la nutrición más básica o por el alimento en el sentido más
sutil –emocional, mental, espiritual…-. El sentido del humor me permite
darme cuenta de que, por ejemplo, la razón de mi enfado es que no
descanso. ¿Tú te has dado cuenta de que no se habla en ningún sitio del
arte de descansar? Todo el mundo toma pastillas para descansar, y coge
días de descanso pero nadie sabe descansar. Necesitamos dejar de meter
tontunas en la cabeza, que pare la mente, descubrir el gusto por el
silencio y desde ahí llegar a la lucidez, al equilibrio, a lo más
profundo, que es lo que nos lleva a la solución real de los conflictos.
FA: ¿Tan importante es el silencio?
FD: Todos paramos al final del día cuando ya no podemos más, pero es
necesario el reposo de actividades, de deseos, de búsqueda constante de
estímulos. Un descanso profundo, decidido, buscado, querido, es un
arte, pero como no consume nada, no se vende en ningún sitio. También a
veces estamos de mal humor por estar sometidos a demandas de mucha
gente, que son al final nuestros propios deseos, y no sabemos cómo
renunciar. Soltar y desapegarse tiene mucho que ver también con el buen
humor; ya ves, soltar, callar, y no precisamente reírse, jugar, hacer,
hacer, hacer…
FA: ¿Y cuál es la importancia de la risa?
FD: La risa sólo puede florecer cuando el organismo está bien dentro y
no tiene temor de fuera. Cuando ves reírse a alguien o tú te puedes
reír, tu cuerpo entero dice: “estamos bien, estamos tranquilos, no hay
peligro, nos podemos reír”. Hay gente que se cree que si se ríe pierde
defensas, pero es al contrario, el mensaje es: “estoy tan seguro que me
puedo reír hasta de mis propios agujeros”. Básicamente se abre la
comprensión y, sobre todo, se abre el corazón a que el de enfrente no
es enemigo; por eso sería bueno hacer unas risas antes de empezar
cualquier encuentro, porque nos hace saber que los que estamos ahí no
nos tenemos que andar vigilando de reojo.
FA: ¿La risoterapia tendría esa función?
FD: La risoterapia tiene connotaciones que a veces son muy
descargantes de tensión, muy funcionales. Por esa vía, gente
desconocida, después de reírse un rato, sabe que ninguno es peligroso.
Pero el buen humor que deberíamos intentar promocionar en nuestro
entorno y en nosotros es ése que brota de estar confiado en mí y en los
otros, no necesariamente con ingeniosidades ni risas.
FA: ¿Es aplicable todo esto a la relación entre las empresas?
FD: Estamos en el terreno de la utopía ideal, pero hasta que no
lleguemos allí, andaremos chirriando. Aunque está establecido, como
consenso general, que el mundo de la empresa es un mundo de lobos, la
gente que tiene valores menos agresivos y egocéntricos no se tiene que
gastar la mitad del presupuesto en defensas, ni la mitad de las
reuniones en control miedogénico; y puede dedicarse a crear y servir.
FA: ¿Es más fácil en las empresas pequeñas?
FD: Las grandes que mejor conozco, la sanidad y la educación, no
generan ni lo uno ni lo otro: los hospitales no funcionan
principalmente movidos por la voluntad de sanar enfermos ni los
colegios están volcados en la formación de los muchachos.
FA: ¿Las instituciones han olvidado su misión?
FD: Incluida la religiosa… se trataba de dar de comer al hambriento y
de beber al sediento, y nos ponemos a hablar de las células madre y de
si es ético o no es ético… Muchos ya nos hemos operado del miedo al
infierno; Jesús venció a la muerte, venció al miedo y enseñó cómo amar.
FA: ¿Hasta dónde es válido el mensaje cristiano?
FD: Quien movió a Jesús nos mueve a todos, Jesús se dejó mucho mover;
me parece un buen modelo de dejarse mover por el Espíritu. A él le
tocó hacer lo que le tocó hacer y ahora toca lo que toca. El modelo no
es a fotocopiar sino a dejarse inspirar. Lo delicado de los arquetipos
cristianos es que a algunos les produce sarpullido. Cuando hay alergia a
alguna cosa, conviene que no la pongas encima de la mesa. Si me hace
falta, puedo hablar del Hijo Pródigo sin citarlo, como hacía él, con
metáforas, parábolas, semillas que prendan y que no desencadenen la
alergia que han generado los abusos religiosos.
FA: ¿Mejor ir a la esencia, sin poner nombres?
FD: La esencia del asunto es dejar la ventana abierta para que sople
el Espíritu, quitar el miedo a que el viento me acatarre en vez de que
me inspire. Jesús sólo tenía el mandamiento de no tener miedo (“Yo he
vencido a este mundo”). Quizá la primera traducción de evitar el mal
humor es cuidar no meter miedo, que es muy tóxico. Una de las grandes
irritaciones de Jesús fue en ese sentido, cuando dijo que quien hace
tropezar a alguien, o mete miedo alguien, mejor que le pusieran una
piedra al cuello y le echaran al río. Sin embargo, hay grupos que
utilizan el miedo envuelto en palabras cristianas.
FA: Si fuera más fácil de esquivar, no estaríamos hablando tanto de miedo...
FD: Hay gente que le resulta imposible saber que está repartiendo mal
humor y malos miedos a los demás, porque ni se dan cuenta de que ellos
lo tienen, creen que esa es la verdad. Hay emisoras de radio
especializadas en meter miedo, y el miedo mueve y se contagia y
transporta mucha rabia. Hay que vigilar el miedo al miedo y reconocerlo
cuando venga para poderlo parar antes de que me invada como una
infección.
FA: ¿Eres partidario de un gesto desde los poderes públicos para combatirlo?
FD: El miedo hay que resolverlo en la más estricta intimidad. Es una
vibración de una frecuencia bajísima pero muy contagiosa. Deberíamos
aprender a recortar los miedos a su función básica bioprotectora. Otros
miedos manipulados por la mercadotecnia agobian la vida con
necesidades fantásticas y reales: “me tienen que querer y comprender
todos”, “tengo que ser joven siempre”, “todo el mundo se ríe mis pelos…
o de su ausencia”.
FA: ¿Existe también miedo a la escasez? ¿Está fundamentado?
FD: Cuando la lucidez crece, va disolviendo los problemas: uno es la
escasez. Hay de sobra para todos y hay que repartir mejor. No habría
hambre si repartieran los de máxima conciencia porque basta con un
poquito de comida, un poquito de casa y un poquito de quererse… Pero si
lo hacemos con esta cabeza, con este corazón forrado de miedos y que no
se atreve casi a palpitar en sintonía con la vida, y con estos
prejuicios…
FA: ¿Cuál es el secreto del éxito de un curso?
FD: La consciencia que mueve una reunión nos mueve a todos y no sabes
por dónde va el remolino; intentar saberlo, pensar que ya sabes cómo,
es exactamente donde restringes el Misterio. Este asunto es fundamental
para perder toda angustia o prevención con el famoso público.
Prepárate lo que tú quieras, pero lo que van a oír es lo que tienen que
oír. No restrinjas nada por temor; cuando crees que depende de ti, ya
has reducido todo el potencial de la vida. Y eso no es solo para hablar
en público, es para vivir. Eso incluye aceptar que la cosa salga
aparentemente mal, y también implica soltar la idea de que si no fuera
por nosotros, algo no funcionaría..., eso hace revisar la
responsabilidad hacia gente cercana, como los hijos…No tenemos tantos
méritos como creemos…ni culpas… Y si lo llevas todo controlado, no
dejas que la vida te sorprenda.
FA: Resulta muy tranquilizador, pero habrá que poner al menos la intención…
FD: Estoy atento a intentar hacer metáforas tangibles para hablar de
lo intangible, juegos para comprender; cómo aterrizar lo que no es
terreno pero que hay que pillar en esta tierra, que para eso hemos
venido… Pero soy testigo de grandes contrasentidos, como el director de
un centro de terapias que tiene un estrés espantoso porque se cree que
tiene que controlar todo el rato. Irse liberando de la angustia supone
confiar en la vida. En los cursos que organizo en Gredos, mi mujer
cocina lo mejor que sabe, y yo, también. A partir de ahí, que sea lo
que Dios quiera.
FA: Una frase para cerrar…
FD: Mejor, para abrir: cuando uno mantiene contacto con el impulso
profundo que le sostiene haciendo algo, descubre que es empujado a dar
de sí sin límite. Cuando te das cuenta de que ese motor viene de muy
atrás y nos supera por delante con mucho, la acción se produce
confiadamente, sin trajín desquiciante, obligación culposa ni esfuerzo
angustiado.
entrevista 28 febrero 07
Redacción - Fundación Ananta
Fidel es psicólogo clínico.
Desde hace 30 años trabaja como formador de formadores y de todo tipo de
profesionales de la salud física y mental en las diferentes
Autonomías.
Autor de “Saber cuidarse para poder Cuidar”, “El juego consciente” y “Sacar el jugo al juego”.
Especializado en reenfocar crisis vitales, elaboración de pérdidas y
autoindagación lúcida. Entrena a Cuidadores de todo tipo a saber
cuidarse para poder Cuidar con un estilo lleno de Amor y Humor que te
dejará huella.
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