Un articulo muy interesante.....
Mª Carmen Ortega Molina
El tema que voy a tocar en este nuevo trabajo no
es un tema fácil de comprender. También sé que no es fácil de aceptar por
muchas personas que aún no estén llevando un trabajo de autoconocimiento,
hacia dentro.
De
hecho me consta que muchas personas que siguen proyectando su Sombra hacia
fuera, hacia los demás, lo rechazan de antemano; pero como para mí fue
tremendamente liberador, a la hora de añadir un elemento muy
clarificador a mi mente, para poder manejarme con maestría en la difícil
integración de las emociones, trataré de exponerlo para esas personas que
sé, que será una pieza del puzzle muy clarificadora en su trabajo interior de
Liberación.
Por supuesto para llegar a la conciencia que posibilite la integración de las
emociones (y la integración de las emociones es todo lo contrario a la proyección
de ellas), la persona tiene que haber llegado a la conciencia de su
responsabilidad como creadora de sus circunstancias vitales. Es decir, este
trabajo es incompatible con la conciencia de víctima.
Ahora
se trata de la conciencia de que somos creadores. De hecho creamos en base a
las elecciones que vamos realizando a lo largo del Camino, lo sepamos o no. Y
las emociones son el sistema de contraste que nos permiten elegir lo que
queremos en nuestra vida y lo que no.
Ese
es nuestro derecho y poder como co-creadores. Lo que ocurre es que al principio
del despertar, nos encontramos con el desconcierto de los malestares primeros
de diversa etiología y con unas memorias celulares “petrificadas”, que tenemos
que ir iluminando y diluyendo una por una, con su consiguiente tribulación
previa cuando emergen y su posterior proceso de Alquimia.
Cuando
nuestro proceso de autoconocimiento está avanzado y hemos conseguido
sacar a la luz muchas de nuestros aspectos Sombras, los hemos identificado por
la emoción que nos produce y de una manera automática ya estamos bastante
atentos a ellas cuando emergen, es en esa Presencia, de Presente, de Ahora, en
donde las podemos neutralizar. Por supuesto PERMITIÉNDOLAS sin rechazar
ninguna. Esto no quiere decir que nos tengamos que enzarzar en el “drama”, sino
que nosotros las recogemos con aceptación y respeto dándoles su lugar en
nuestro interior.
Aquí
es en dónde puede presentarse la dificultad. Muchas personas me comentan la
incapacidad que tienen de manejarse con las emociones sin reaccionar o sin
sentir un cierto rechazo por tener esa emoción- reacción. Con lo cual con ese
sutil rechazo ya están alimentando la vieja dinámica impidiendo la integración
real, que sólo puede producirse cuando no hay auto-juicios.
Reconozco
que cuando esta nueva perspectiva, que expondré seguidamente, vino a mi
conciencia, para mí fue muy liberadora porque ya no se trataba tanto de
mi reacción y del trabajo que estaba haciendo permaneciendo atenta a la emoción
y al “drama” externo que la había activado, sino que además añadía un
importantísimo ingrediente a tener en cuenta: realmente lo que se activaba era
un circuito neurobioquímico adictivo localizado físicamente en mi cuerpo,
de manera concreta, material, celular… procurándose su correspondiente dosis de
péptidos. Así de simple y así de sorprendente.
Así
que a esa atención de observador consciente, se añadió un nuevo punto de vista
más liberador que me permitía identificar el “circuito neurobioquímico” que se
activaba en cada momento sin rechazar nada y sin juzgar nada, de una manera más
desapegada.
Era
como si mi observador interno ampliara su visión de que el “drama” que se
desarrollaba, se debía a la demanda adictiva de un circuito neurobioquímico que
tenía “vida” por sí mismo y que de cuando en cuando necesitaba su “dosis” y
creaba externamente las circunstancias que le procurasen su “chute” de
péptidos. Esto fue muy liberador porque me permitía ser más imparcial con lo
que estaba sintiendo y desarrollándose dentro y fuera de mí y estar aún
más PRESENTE para poder abrazarlo, sin esa resistencia sutil, e
integrarlo progresivamente.
Los
circuitos neurobioquímicos no se disuelven de golpe, sino que necesitan un
trabajo de atención y aceptación hasta que estén integrados. Lo que se llama: “apoderarse
de la emoción”. Esto lleva su tiempo pues están muy petrificadas por la
repetición circular inconsciente durante mucho, mucho tiempo. Lo que hace que
tengan una inercia muy fuerte que hay que tener en cuenta y no debemos
menospreciar. Cuando pensamos que nos hemos liberado de ellos… vuelven a salir
con fiereza, desconcertándonos cuando más tranquilos estábamos.
Encima,
como unos circuitos emocionales están enredados con otros, cuando unos se
activan, se activan los otros… produciéndose en muchas ocasiones esos momentos
de caos en los que quedamos inundados por la emoción.
Lo
importante en esas ocasiones es volver cuanto antes a nuestro Centro y desde
ahí dejar que se vayan “posando las aguas”. Para ello, es importante recordar,
para “no clavarnos puñales”, que lo único que hacen es darle más fuerza a
los “circuitos”, que no hemos sido nosotros, sino nuestros viejos
circuitos neurobioquímicos los que se han puesto en marcha automáticamente para
chupar su correspondiente dosis.
También
muchas personas piensan que manteniendo a raya los “circuitos”,
reprimiéndolos o negándolos, se van a librar de ellos. Eso es algo
totalmente erróneo, puesto que se trata de memorias celulares del pasado, que
están coaguladas literalmente en nuestras carnes (bioquímica) y hasta que no
estén todas expuestas a la luz y transmutadas, van a seguir atrayendo a las
personas y circunstancias que les provean de las necesarias sustancias químicas
que necesitan para vivir en esa Sombra, saliendo de cuando en cuando, pillándonos
desprevenidos.
Las
emociones proceden del pasado. Las aprendimos con nuestras experiencias
del pasado, pero ese pasado lo estamos actualizando constantemente en nuestra
vida del presente, hasta que no nos “apoderamos” de ellas.
Estas
memorias tienen que emerger para poder ser reconocidas e integradas, así que es
mejor tomar esas “puestas en escena” emocional, como oportunidades para
integrarlas en el AHORA del momento en que se presenten. No pueden integrarse
en ningún otro momento.
La
toma de conciencia de la mecánica autómata- adictiva que tienen las viejas
“redes” emocionales, no sólo hace que tengamos más compasión por nosotros
mismos, sino también comprender compasivamente a los demás en sus dinámicas
emocionales.
Personalmente
este entendimiento me llevó a una conciencia más liberadora. Es como poder
percibir el “drama” con más claridad y más desapego. Y también tener más
discernimiento a la hora de ELEGIR.
Realmente
TODOS SOMOS INOCENTES. La
Humanidad está envuelta en este enredo emocional
adictivo… y no lo sabe.
Hace
unos años leí el libro VIDAS PARALELAS de Ramtha que dejó en mi
conciencia el ingrediente liberador del que he hablado antes. En aquel
momento me pareció tan interesante la dinámica adictiva de las emociones, que
hice la siguiente síntesis de su lectura. Desde entonces, no sólo lo he tenido
muy presente en mi vida, sino que he constado experimentalmente esta dinámica
con el discernimiento consciente del motivo ulterior de activación de mis
propios “circuitos” adictivos y también el motivo ulterior de activación de los
“circuitos” de las otras personas.
Es
tremendamente liberador ver las cosas desde esta nueva perspectiva…
Voy
a tratar de explicar lo que he entendido del libro VIDAS PARALELAS DE RAMTHA.
Es
muy complejo y bastante abstracto, mezcla la física de la partícula cuántica,
con las vidas paralelas, con los circuitos bioquímicos y con la adicción
emocional que nos lleva a un “pico” de satisfacción dentro del circuito
emocional repetitivo, que Ramtha denomina: CLIMAX EMOCIONAL.
Ramtha
dice que no podemos hacer un cambio real del estado cuántico que tenemos,
moviéndonos de “materia a materia”, es decir en la tercera dimensión. Podemos
cambiar de lugar, de personas, de situaciones, de trabajo, de relaciones…etc.
Pero realmente no hemos cambiado nada, seguiremos en el mismo estado cuántico
del principio.
Sin
embargo, cuando tomamos conciencia de la emoción y nos “apoderamos” de ella, es
cuando realmente cambiamos el estado cuántico que teníamos inicialmente por
otro estado cuántico.
Ese
cambio de un estado cuántico a otro, sería a nivel física cuántica, como la
fluctuación de la partícula desde el espacio no manifiesto o implícito (puede
ser de otra vida paralela, o vacío infinito). Llegaría el momento en que esa
partícula podría quedar coagulada en el espacio manifiesto o explícito, de
manera más permanente o mejor dicho sin grandes fluctuaciones.
Resulta
que la emoción, cuando no nos hemos apoderado de ella, es una adicción, que
necesita su climax. Hasta tal punto que necesitamos a los demás para
nuestros climax emocionales, y ellos nos necesitan a nosotros para los suyos.
Un
climax emocional, es recurrente, es el circuito bioquímico que necesita una y
otra vez su sustancias-péptidos, “drogas”.
Cualquier
emoción tiene su “pico”, climax emocional, como puede ser la ira, los
celos, la envidia, la frustración, la depresión, la impotencia, el control, el
“cuidar” a los demás, la queja, la duda, la dependencia…etc…Todas las
emociones que sustentan la “imagen” o personalidad, son adicciones
que se disparan inconscientemente cuando necesitan su dosis.
Externamente
y de manera simultánea, nos aparecen las situaciones, las personas y
dinámicas en las relaciones con ellas, que actúan como activadores (catalizadores)
de la dinámica de nuestro viejo circuito emocional (que corresponde a ese
estado cuántico que tenemos en ese momento), para así conseguir la consecuente
“autodroga”.
Nos
aparecen así, en nuestra vida, porque ese es nuestro espacio cuántico, y ellas
están ahí porque siguen la ley de nuestro estado cuántico que nosotros hemos
creado y le damos vida una y otra vez.
No se trata de ellos realmente…se trata todo el tiempo de nosotros. Esto es muy
fuerte de aceptar…pero es así.
Cuando
trabajo sobre una emoción para “apoderarme” de ella, empiezo a fluctuar a otro
estado cuántico, que sería lo mismo que decir, empiezo a adentrarme en otra
vida paralela.
Cuando
he logrado “apoderarme” de esa emoción, paso totalmente a otra vida
paralela, y por consiguiente, las personas, situaciones, cosas…del estado
cuántico anterior, ya no aparecerán en ella con las viejas dinámicas adictivas.
Es imposible, por incompatibilidad de “frecuencias”.
Hasta
el cuerpo cambia atómicamente al nuevo estado cuántico, adaptándose a la nueva
vida paralela, porque el cuerpo está hecho también de partículas cuánticas. Por
eso, las molestias que solemos tener de cuando en cuando, como dolores de
cabeza, algo más nerviosos, o quizás más cansados…o tal vez algo caóticos…es
fruto de esas modificaciones atómicas que tiene el propio cuerpo y todos sus
órganos, para adaptarse a la nueva vibración. Esto se realiza a través de la
liberación del fuego del núcleo de nuestros átomos o energía Kundalini.
Esto
sería lo mismo que trabajar para desactivar el viejo circuito neuronal y a la
vez ir creando el nuevo circuito, que corresponda a la nueva vida paralela.
Las
vidas paralelas son los escalones en la espiral que hay que subir para
alcanzar nuestra liberación, al apoderarnos de las emociones que van tomando
protagonismo en cada una de ellas.
Así
que, echando un vistazo a la propia experiencia para ver la teoría sobre el
terreno práctico, aunque esto es mucho más vasto y sutil de lo que pueda
escribir…este trabajo necesita de una atención constante y un autoconocimiento
sincero, que no se puede explicar…sólo se puede hacer…hay demasiados matices
emocionales, enredados unos con otros, a veces opuestos, a veces solapados…que
se necesita de gran claridad, disciplina, intención y atención, para desenmarañar
la enredada madeja.
Ramtha
dice que lo realizaríamos más rápido, si este trabajo interior, fuese nuestro
“pensamiento común”. Es decir, no un trabajo de cuando en cuando, sino una
constante de nuestra experiencia cotidiana.
Bien,
pues por ejemplo, si yo, después de ir pasando de una vida paralela a otra, en
función de mi trabajo interior con mis propias emociones, llego a un punto en
que me encuentro con una serie de emociones recurrentes, que ya no sé cómo
trabajar…me puedo ir a otro lugar, pero el estado cuántico “problemático” sigue
en mí y por tanto sigue emitiendo esa misma “frecuencia” cuántica.
Sí,
el hecho de trasladarnos a otro lugar puede servirnos para recopilar nuevas
fuerzas, espacio y distancia, para meditar y reflexionar, y para recabar nuevo
entendimiento. Con lo cual, tengo una nueva herramienta para identificar
mejor las emociones adictivas y sus motivos ulteriores (que son siempre falta
de amor por nosotros mismos) y acto seguido trabajar sobre ellas, pero no de
manera intelectual, sino cuando éstas se presenten en la experiencia; porque es
así cuando yo puedo acceder a otro estado cuántico, o vida paralela: en el
AHORA del momento en el que se está presentando esa emoción.
En
la medida que tengo más poder sobre ella y la puedo sentir sin negarla, sin
evadirme de ella, sin juzgarla y desde el OBSERVADOR, PUNTO CERO, O MOMENTO
PRESENTE, EL AHORA, simplemente estando PRESENTE en lo que SIENTO,
observándola. El Observador va neutralizando la emoción y pasando a un nuevo
estado a través de ÉL, como si Él fuera un “agujero de gusano” hacia otra vida
paralela. No existe mayor AMOR por nosotros mismos que ese OBSERVADOR que
abraza absolutamente todo lo que observa.
Así pues, las emociones de rechazo, de juicio, de crítica, también son
adicciones, también necesitan su climax. La necesidad de “cuidar” a los demás,
la necesidad de complacer las demandas de los demás, igualmente precisa su
correspondiente climax.
La
adicción emocional es mucho más variada y confusa de lo que podemos pensar;
por ejemplo: cada vez que yo siento agobio por una situación, es un climax
adictivo, cada vez que yo me siento culpable, es un climax adictivo, cada vez
que yo me siento impotente, es un climax adictivo, cada vez que me siento
frustrada, es un climax adictivo, cada vez que me siento triste, es un climax
adictivo, cada vez que siento un juicio hacia alguien o algo, es un climax
adictivo, cada vez que me siento dependiente de otros, es un climax adictivo,
cada vez que me comparo con otros, es un clímax adictivo, cada vez que
quiero tener razón o controlar, es un climax adictivo, cada vez que rechazo las
actitudes de otros, es un climax adictivo, y trato de huir de escaparme de
ellos, es un climax adictivo (sería como evadirme para no sentir esas emociones
que otros me provocan sentir, la misma evasión es un climax adictivo, con
lo cual no me sitúo en el Presente para poder sentirlas desde el OBSERVADOR QUE
NO JUZGA y que puede trasladarte a otra vida paralela…
En
fin, que tomé conciencia de la existencia de una infinidad de “climax”
adictivos que nos atan al viejo estado cuántico si no nos apoderamos de la
emoción.
Porque
si sigo identificándome con esos climax les sigo dando el poder…y si lucho
contra ellos y no los quiero reconocer y sentir…les sigo dando poder…y me
sigo “atando” a las mismas circunstancias…una y otra vez…
¿Cómo
salgo de ellos? Pues tomando conciencia de ellos y observarlos, sintiéndolos en
el momento en que se producen. No intelectualmente, sino cuando están activando
sus circuitos en el AHORA.
No
es nada fácil, cualquier trabajador de su mundo cuántico lo sabe por
experiencia, pero no queda otro remedio que hacerlo. Lo bueno es que aunque
parezca que no nos vamos a apoderar de ellos nunca, no es así. Al cabo del
tiempo nos damos cuenta de que nuestra progresiva maestría y nuestro
OBSERVADOR, están cada vez más PRESENTES, dándonos esos espacios, cada vez más
largos, de remanso y paz, que para nosotros son de incalculable valor.
Así
que, por ejemplo, cuando estoy en medio del “ojo del huracán” de un pico
emocional recurrente y dramático, tengo que hacer el gran esfuerzo de atención
para no perder mi centro; cuando me veo arrastrada por el otro
protagonista de la situación (que también está demandando su consiguiente
“climax” a través de mí) intento no perder mi Centro y sentir toda la gama
emocional que emerge, pero con el desapego liberador del Observador.
Si
caigo, si reacciono, no pasa nada, lo importante es que salga cuanto antes de
ese estado reactivo y vuelva a mi Centro. Así el circuito bioquímico emocional
que me saca de mi estado de Presencia va perdiendo su fuerza energética
progresivamente. Fuerza que va reconduciéndose proporcionalmente a través del
Poder de la atención, a su Legítimo Dueño: nuestro SER.
Sólo
cuando yo me haya apoderado de mis emociones totalmente, las personas y
las situaciones que no se adaptan a la nueva situación cuántica mía,
desaparecerán de mi vida o tendrán que hacer su propio cambio y reajuste para
poder estar en mi nueva “frecuencia”, porque yo habré pasado a otra vida
paralela en dónde esas “partículas” no pueden estar de la vieja forma
cuántica…y aparecerán otras personas y otras situaciones acordes a mi nuevo
estado cuántico…porque YO SOY EL QUE YO SOY en cada momento…CREADOR SOBERANO DE
MI VIDA…y eso lo voy reconquistando conforme voy haciendo CONOCIDO LO
DESCONOCIDO.
Y para finalizar, como reflexión personal, añadir que no tenemos otro medio de
liberarnos si no es “apoderándonos” de las emociones. Cada vez que avanzamos en
este proceso de “apoderamiento” tenemos mayor claridad para tomar decisiones de
manera libre, sin estar bajo el influjo de la red neurobioquímica. También esto
nos permite conocer más a los demás y decir: NO, cuando tengamos que decirlo y
poner límites cuando tengamos que hacerlo. Pues ahora sabemos, que realmente a
quien se dice NO, es a un “circuito” emocional demandando su climax. De otro
modo, ni nos hacemos un favor a nosotros mismos, ni a los que participan con
nosotros en la retroalimentación bioquímica del mismo. Antes de tener
conciencia de esta dinámica adictiva, cuando decíamos: NO, nos dejaba una
sensación de culpa. Y ya sabemos que también la culpa tiene su climax emocional
recurrente.
Y
por supuesto este “apoderamiento” emocional nos permite desarrollar nuestro
pensamiento crítico, discriminativo, que nos posibilita tomar elecciones
basadas en mayores verdades.
Cuanta
más liberación, más podemos elegir y actuar hacia los demás con verdadero AMOR,
ese que no está bajo los dictados de los motivos ulteriores de los mutuos
climax neurobioquímos.
Es
el mayor servicio que podemos hacer por nosotros mismos y en consecuencia por
los demás, porque es entonces, cuando el Espíritu puede expresarse sin los
condicionamientos adictivos de las “redes” encarnadas y condicionadas por la
“máscara” o personalidad.
En
este “apoderamiento” emocional impera la máxima: LA VERDAD OS HARÁ LIBRES.
De
otra manera resulta triste que las personas se vayan de esta vida sin conocer
esta dinámica adictiva y sin saber que han vivido bajo el imperio de un “saco”
de químicos sin resolver, porque sólo se puede solventar esto estando en un
cuerpo físico en esta dimensión física. Lo que algunas tradiciones espirituales
han denominado: LA
RESURRECCIÓN DE LA CARNE. O lo que es lo mismo: LA INTEGRACIÓN Y
TRANSMUTACIÓN DE TODAS LAS MEMORIAS CELULARES CON SUS CORRESPONDIENTES
CIRCUITOS BIOQUÍMICOS.
¡Cómo
para no tener compasión por el género humano y tomar la
determinación de hacer nuestro personal e intransferible “trabajo”!. Trabajo
que por otra parte, no podemos hacer en ningún otro.
Espero y deseo que lo escrito haya aportado un punto de clarificación liberador
que facilite el fluir a través de los diversos “estados cuánticos” de la Vida.
María del Carmen Ortega Molina